viernes, 1 de mayo de 2015

3 de mayo, el Día de la Constitución


La Constitución de 3 de mayo de 1791 (en polaco: 'Konstytucja Trzeciego Maja ) es reconocida como la primer Constitución en Europa. A nivel mundial es la segunda luego de la de los Estados Unidos de Norte América. El 3 de mayo de 1791 fue aprobada por la Confederación polaco-lituana como "Ley de gobierno" (polaco: Ustawa Rządowa ).
Fué diseñada para corregir defectos políticos de larga data de la Confederación Polaco-Lituana y su sistema tradicional de "Libertad de Oro". La Constitución introdujo la igualdad política entre los pobladores y la nobleza (szlachta). Coloca a los campesinos bajo la protección del gobierno, con el fin de mitigar los peores abusos de la condición de siervo. La Constitución abolió las instituciones parlamentarias perniciosos como el liberum veto, que en un momento había puesto al consejo polaco (Sejm), a merced de que cualquier diputado pueda ser sobornado por una potencia extranjera o intereses internos del país con el fin de deshacer legislaciones. La Constitución trató de suplantar la anarquía existente fomentada por algunos de los magnates del país, por una visión más democrática de monarquía constitucional.El documento se tradujo posteriormente al lituano.
La aprobación de la Constitución de 3 de mayo provocó la hostilidad de los países vecinos al punto de generar una guerra, conocida como la Guerra en Defensa de la Constitución. La confederación polaco-lituana primero fue traicionada por su aliado Prusia bajo el reinado de Federico Guillermo II de Prusia. Luego la confederación polaco-lituana es invadida y derrotada por la Rusia Imperial de Catalina la Grande que contó con el accionar interno de los magnates polacos que se oponían a las reformas. El temor de estos últimos se debía a que las reformas constitucionales tendían a debilitar la influencia que ejercían sobre el pueblo polaco. A pesar de ser derrotada la Mancomunidad, la Constitución del 3 de mayo influyó más tarde en otros movimientos democráticos europeos.
Siguió siendo, después de la desaparición de la República de Polonia en 1795 y durante los próximos 123 años de particiones polacas, un faro en la lucha para restaurar la soberanía polaca. En palabras de dos de sus co-autores, Ignacy Potocki y Hugo Kołłątaj, era "la última voluntad y testamento de la Patria".