domingo, 13 de agosto de 2017
Joseph Conrad, poeta polaco inolvidable
Józef Teodor Konrad Korzeniowski, más conocido como Joseph Conrad, fue un novelista polaco que adoptó el inglés como lengua literaria.
Novelista británico de origen polaco considerado uno de los más grandes escritores modernos. Hijo de un noble polaco, quedó huérfano a los once años y estuvo bajo la tutela de su abuela y su tío paternos. A los dieciséis abandonó Polonia rumbo a Marsella, donde inició su andadura como marino mercante, que lo llevaría en una primera etapa a comerciar con armas para las tropas carlistas españolas y a un intento de suicidio. Ante la imposibilidad de llegar a oficial en la marina francesa y huyendo del peligro de ser reclutado por el ejército zarista (era súbdito ruso de la Polonia ocupada), se trasladó a Londres en 1878, sin saber inglés. Dos años después aprobó el examen que lo convirtió en segundo oficial de la marina mercante, y seis años más tarde el que le proporcionaría el grado de capitán, casi al tiempo que pasó a ser súbdito británico. Navegó durante toda la década siguiente, particularmente por los mares del sur, el archipiélago malayo, África y el río Congo, experiencias que se reflejarían en su obra posterior. Conrad no comenzó a escribir hasta 1889, en que dio inicio a La locura de Almayer (1895), que no terminaría hasta cinco años más tarde, durante los cuales aún continuó navegando, actividad que abandonó definitivamente en 1894. El éxito, no obstante, tardó en llegarle; fue con Chance (1912), de la que se vendieron más de 13.000 ejemplares en dos años, pese a que desde el principio sus libros fueron bien recibidos por la crítica. Aunque la mayor parte de sus narraciones tienen como telón de fondo la vida en el mar y los viajes a puertos extranjeros, la suya no es una literatura de viajes en sentido estricto. Éstos constituyen, para Conrad, el ámbito en el que se desarrolla la lucha de los individuos entre el bien y el mal, el escenario en el que se proyectan sus obsesiones y, en particular, su soledad, su escisión y el desarraigo (su condición de polaco oprimido primero y luego exiliado debió dejar fuerte impronta en su carácter). Escribió en total trece novelas, dos libros de memorias y una buena cantidad de relatos. Entre las primeras destacan Lord Jim (1900), indagación en torno al problema del honor de un marino que sufre por su cobardía juvenil en un naufragio; Nostromo (1904), a menudo considerada su mejor creación; El agente secreto (1907), a propósito del mundo anarquista inglés; Bajo la mirada de Occidente (1911), situada en la Rusia zarista; Victoria (1915), con los mares del sur como escenario, y La línea de sombra (1917), narración abiertamente autobiográfica acerca de su primera singladura como capitán a bordo del Otago.Entre sus relatos largos o novelas breves es preciso mencionar El corazón de las tinieblas, publicado en forma de libro en 1902, que constituye, a partir de su recorrido por el río Congo, una verdadera bajada a los oscuros infiernos de la mente humana y su corruptibilidad. Aunque sostuvo cordiales relaciones con algunos ilustres escritores de su tiempo como Henry James o H. G. Wells, y aunque escribió varias novelas conjuntamente con Ford Madox Ford, se mantuvo casi siempre al margen de la vida literaria. Con posterioridad su obra se ha ido valorando cada vez más y ha ejercido un fuerte influjo en la literatura, tanto inglesa como internacional.
sábado, 12 de agosto de 2017
El Ejécito "Popular" Polaco
El Ejército „popular” Polaco que lucho junto con el Ejército Rojo a menudo es olvidado o despreciado injustamente, Sus soldados se desangraron sin ningún motivo ideológico. Y sólo ellos consiguieron llegar hasta Berlín. La organización de tropas que pudieran luchar junto con el Ejército Rojo, era una prioridad para los comunistas polacos, aparentemente desplazados en la arena política después de la firma del Tratado Sikorski-Maisky . En el mes de febrero de 1943, Stalin se reunió con el coronel Zygmunt Berling, quien se quedó en la URSS por decisión propia después de la evacuación de las tropas del general Anders, para hablar de la formación de una división polaca. Sin embargo hacía falta una organización que avalara esa operación. En marzo de 1943 surgió la Unión de Patriotas Polacos, integrada fundamentalmente por comunistas, que formuló la petición oficial. Las unidades se fueron formando en la localidad Seltsy (Sielce en polaco – Ndt) a orillas del río Oká, a 160 km al oeste de Moscú. Allí fueron llegando en masa, de distintos rincones de la URSS, los polacos, en su mayoría deportados durante los años 1939-41. Muchos sencillamente no llegaron a tiempo para incorporarse al Ejército de Anders. A pesar de que la mayoría de los oficiales procedía del Ejército Rojo, a la hora de organizar el ejército se hizo patente la preocupación por los símbolos polacos: los uniformes eran parecidos a los de antes de la guerra, una misa constituía la primera actividad del día y la Primera División bautizada con el nombre de Tadeusz Kościuszko (líder de la insurrección contra Rusia y Prusia a finales del siglo XVIII) juró bandera el 15 de julio 1943, en el aniversario de la victoriosa batalla de Grunwald en 1410. El 12 y 13 de octubre de aquel año, la División participó en la sangrienta batalla de Lenino en Bielorrusia. Después de la II Guerra Mundial, la conmemoración de ese día durante medio siglo fue la fiesta del Ejército Polaco. La División se convirtió en el Primer Ejercito antes de la primavera de 1944 y en verano de aquel año se inició la formación del II Ejército. Sus tropas participaron en la batalla del Vistula (julio-agosto de 1944). En septiembre ocuparon la margen derecha del Vistula y una avanzadilla ayudó a los insurgentes del otro lado del río. En los primeros meses de 1945, el Primer Ejército jugó un papel importante contribuyendo a romper la línea de fortificaciones alemanas de Pomerania, conquistar las ciudades de Kołobrzeg, Gdańsk y Gdynia y finalmente, Berlín. El II Ejército luchó a orillas del río Neisse Lusacio (Nysa Łużycka en polaco, Ndt), en las cercanías de la localidad Budziszyn y en Checoslovaquia (llegando a los suburbios de Praga).18.000 soldados perdieron la vida entre 1943 y 1945, 50.000 fueron heridos. También hay que recordar que el Ejército “popular” Polaco fue el aliado más numeroso del Ejército Rojo . Una delegación participó en el desfile de la victoria en Moscú el 24 de junio de 1945.
martes, 1 de agosto de 2017
1 de Agosto de 1944: Levantamiento de Varsovia, ícono en la historia polaca
Aquel 1 de agosto de 1944 la paciencia y el dolor de los polacos habían superado todos los límites. Ya hacía cinco años que los nazis había invadido Polonia dejando tras su desoladora invasión la huella de un martirio sin límites, una destrucción como si hubiera sido pergeñada por el mismísimo Diablo, la terrible huella de espantosas matanzas, de saqueos, de violaciones, de una destrucción y una desolación como pocas veces hasta entonces se habían visto.
El objetivo principal de los alemanes, sobre todo desde principios de 1942 cuando se puso en marcha la maquinaria diabólica de la Solución Final, habían sido los judíos, pero el resto de la población polaca tampoco escapó a sus crímenes. Ni tampoco a los de los soviéticos, como en la terrible carnicería de Katyn, en 1940, en la que Stalin hizo ejecutar a la mayoría de la oficialidad polaca y a un buen número de intelectuales, profesores, sacerdotes y civiles indeterminados.
Precisamente, ese 1 de agosto de 1944 las tropas del Ejército Rojo estaban a las puertas de la frontera polaca. Y los polacos, los resistentes aglutinados entonces en su capital, Varsovia, debían dar un paso adelante para liberar su tierra antes de que la «liberara» Stalin. De paso, esperaban la ayuda aliada, principalmente de los británicos. Todo ello formaba parte de la llamada Operación Tempestad, que debía poner en marcha el llamado Armia Krajowa (Ejército Territorial, también conocido como Ejército Nacional o Ejército del País) comandado por Tadeusz Bór-Komorowski que era el grupo de resistencia auspiciado por el Gobierno polaco en el exilio.
Pero antes, conviene señalar los antecedentes que llevaron a ese Alzamiento de Varsovia ese 1 de agosto de 1944 a las cinco en punto de la tarde.
Los soviéticos no dieron un paso
El 13 de julio de anterior, las tropas de Stalin ya estaban en la frontera y los mandos del Armia Krajowa pillados entre dos fuegos: o se levantaban casi como en una inmolación contra los nazis o esperaban que los soviéticos (que no mostraban mucho interés, aduciendo que estaban agotados) liberaran Varsovia.
El 27 de julio, Hans Frank, gobernador nazi de Polonia, que se olía algo, mandó a 100.000 polacos comenzar a construir fortificaciones, orden que el Armia Krajowia pidió que fuera desobedecida. El 29 de julio, las primeras tropas soviéticas llegaron a los suburbios de Varsovia, en la orilla oriental de río Vístula.
Entonces, los polacos, temerosos de que su boicot del pasado día 27 pudiera tener terribles consecuencias para la población dieron la orden de comenzar el levantamiento.
Se cree que el número de resistentes era de 50.000 combatientesSe cree que el Ejército Territorial podía contar con 50.000 combatientes, aunque existían otras unidades fuera de Varsovia que poco a poco intentaron acercarse a la capital. El general Antonio Chrusciel estaba al mando de los resistentes, que fueron distribuidas en ocho áreas. Sus recursos armamentísticos eran escasos. Algunas cifras hablan aproximadamente de 1.000 fusiles, 2.000 pistolas, ·7 ametralladoras, 35 armas antitanque y alrededor de 25.000 granadas.
En aquellos momentos, las tropas germanas estaban constituidas por unos 10.000 soldados, mandados por el General Rainer Stahel. A ellos había que sumar unos 5.000 policías y miembros de las SS, y casi cien mil soldados más que estaban en regiones próximas a la capital polaca.
El día 1, a primera hora de la tarde, unos soldados alemanes descubrieron a unos partisanos cargando armas en un camión, los resistentes acabaron con ellos pero el levantamiento no podía esperar ni un minuto más. A las 5 de la tarde, empezaba la sublevación en diversas zonas de Varsovia. El centro y la ciudad antigua fueron liberados rápidamente, pero en otras partes la cosa no fue tan fácil. Muchos grupos de sublevados quedaron aislados unos de otros, sin ningún tipo de contacto, lo cual facilitaba la labor de los nazis. Los resistentes levantaron barricadas y fortificaciones con los escombros y las ruinas, incluso con algunos vehículos alemanes de los que se habían apropiado.
Cuarenta mil personas ejecutadas
Por supuesto, los germanos no se quedaron a verlas venir. El día 2 empezaban a llegar sus refuerzos a Varsovia. Hitler lo había dejado claro: «Conviertan esa ciudad en un lago». A las SS no le hacían falta muchas palabras. A las órdenes del teniente general Heinz Reinefarth pasaron a la rápida y cruenta acción: 40.000 civiles fueron ejecutados en lo que se conoció como la Matanza de Wola. Un día después más tanques panzer llegaban a Varsovia: en otro ejemplo de suma crueldad llevaban civiles polacos adheridos como escudos humanos.
Varsovia en llamas
Entre los días 9 y 18 de agosto toda la ciudad estaba en llamas, y se libraban combates en cualquier plaza, en cualquier calle, en cualquier esquina. Pero la resistencia iba quedando reducida ante la superioridad, sobre todo aérea y artillera, de los alemanes. Muchos polacos huyeron por las alcantarillas y cloacas como en mayo de 1943 habían hecho los resistentes judíos del Gueto de Varsovia. La ayuda aliada era escasa. Llegaba por avión y era lanzada en paracaídas, cayendo casi siempre en manos de los propios alemanes.
El 10 de septiembre, el Ejército Rojo estaba en los suburbios de Varsovia. Los polacos intentaron ponerse en contacto con los soviéticos, pero las conversaciones no fructificaron. La Historia aún no ha decidido si los rusos no quisieron o no pudieron meterse de lleno en la liberación de Varsovia. Los polacos ya estaban completamente convencidos de que no tendrían ninguna ayuda y solo valía resistir y morir ante los nazis. El propio jefe de las SS, Himmler, declaró que los combates fueron «una de las más mortíferas batallas desde el comienzo de la guerra, tan difícil como la lucha por Stalingrado». Exagerase o no, llegó la hora de la rendición.
El 2 de octubre, el general Tadeusz Bór-Komorowski firmó la capitulación. El documento, al menos, aseguraba que los polacos serían tratados como prisioneros de guerra en los términos de la Convención de Ginebra. ¿Pero fue así?
Al día siguiente, 15.000 miembros del Ejército Territorial fueron encerrados en diversos campos de Alemania, en tanto que la práctica totalidad de la población de Varsovia era enviada temporalmente al campo de concentración Durchgangslager 121 en Pruszków. La cifra de personas podía superar el medio millón. Posteriormente, casi 100.000 fueron deportadas a campos de trabajo en Alemania y alrededor de 60.000 acabaron en los campos de exterminio de Ravensbruck, Auschwitz y Mauthausen.
Venganza diabólica
Pero la venganza alemana no quedó ahí. Como había ordenado Hitler, los nazis no querían que de Varsovia quedara piedra sobre piedra. Comandados por oficiales de ingenieros y armados con explosivos y lanzallamas, los alemanes fueron borrando del mapa los edificios de Varsovia, casa a casa, portal a portal. Las cifras son espeluznantes: se destruyeron 10.455 edificios, 923 de ellos de carácter histórico, 25 iglesias, 14 bibliotecas incluyendo la Biblioteca Nacional, 81 escuelas primarias, 64 escuelas secundarias, la Universidad de Varsovia y la Universidad Politécnica de Varsovia. Casi un millón de personas perdieron todas sus propiedades.
El 17 de enero de 1945 el Ejército Rojo ocupaba Varsovia... lo que quedaba de ella. El Alzamiento se había llevado por delante la vida de 250.000 personas. Entre Stalin y Hitler, Varsovia ya solo estaba habitada por fantasmas.
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